Salto la baranda...corta la bocha, sigo maquinando, parafraseo y respiro profundo. Todavía estoy vivo, me repito, aunque no surta efecto, mastico mis dientes y salgo a la calle con mi mejor disfraz de cemento.
Miro de reojo y nada nuevo, el mismo pibe de la esquina, limado, a la hora exacta de todos los días, la vieja que me esquiva y estruja la cartera contra el sobaco...ni me mira, pero me tiene fichado desde hace rato.
Hoy te esquivo yo, pienso, porque hoy tengo yo los cables pelados con todos. La miro fijo y casi adivino lo que está pensando, que soy un vago, que seguramente estuve en la tumba, que voy a sacar una punta y le voy a realizar una autopsia en plena avenida, ganas no me faltan, pero la cosa no es con ella...
La cosa es con el mundo, ya no entiendo como calibrar relojes sin que se me escapen los segundos, que los días se usan para morir y las noches para vivir. Y asi salgo, todo un gonzo a lo bonzo, afuera el sol quema pero en mi cuarto me esperan unos días mas de niebla...pero que esperen, hoy voy a tratar de ser el minuto 19 de una película de 20 minutos, no quiero ser desenlace ni tampoco quedarme con el nudo...mucho menos en el cuello con una soga de corbata, ese es mi planteamiento.
Un cielo pesado, el mismo pelotudo que siempre me cruza y me grita
"eeh! que onda guacho!", hoy salió a pasear sus neuronas, las pocas que le quedan vivas. No lo miro, sigo caminando y pensando en sus palabras llego a la conclusión de que todos vinimos guachos, la primer misión es ganarnos la familia, la segunda soportarlos.
STOP! Aquí me bajo yo, me digo, la compra del placebo es mucho mas fácil que en ocasiones anteriores.
Realizada la transacción vuelvo a mi rancho, puchos en mano, despacio pensando todavía, que vuelvo de la calle siendo guacho, chorro, vago y limado...estoy quedado, me sobo el alma, trago saliva y levanto vuelo.
Game Over, ya estoy en casa otra vez. Tengo dos sueños y uno de ellos es morir mientras duermo, tranquilo, sereno...el otro sueño se está viviendo. Contame un cuento che
Juanito Caminante, ayudame a imaginar que forma tiene el vacío, apagame el interruptor del delírium trémens...
Así me puedo ir tranquilo, pensando que el fin del mundo ya pasó, que solo somos los restos...lo que quedó.
Nota: curiosamente la sinceridad logra cerrar puertas, bocas y piernas.
