Aquella noche esquivé su perfume para llegar con vida hasta su cuerpo, al tocarle el hombro giró su cabeza y así fue como callé sus ideas con un beso, o solamente lo imaginé (es muy probable que haya pasado). Desde entonces firmé un pacto con la ridiculez entregando mi alma y me dediqué a vivir bajo el mando monárquico de su cuerpo.
Pero el mundo es chico y cada giro de Jessica fue una historia diferente, cada historia fue una herida y detrás de cada herida me tuvo a mi como consuelo. Así fue que aprendí a remendar sentimientos ajenos con consejos impersonales, con la esperanza de que Jessica se quedara entre mis sábanas toda la vida.
Por las tardes solía mirarme fijo y decir " te quiero" con voz entrecortada, entonces imaginariamente me despegaba del suelo para salir volando por el aire, pero al regresar Jessica se había escapado, lo hacía una y otra vez. Solo dejaba como prueba de su existencia un camino de huellas tibias dirigiéndose a la puerta...a su mundo.
La última vez que la vi, estaba sentada en el suelo acariciando un rayo de sol que entraba por la ventana. Como cantando bajito me dijo "eso es para vos" señalando una carta sobre la mesa, la tomé, la miré a los ojos y sonreí. No me despedí, solo me fui de su casa, sabía que era nuestro último encuentro...o por lo menos el mío, no se si alguna vez ella tuvo uno conmigo.
Caminé un par de cuadras, esquivando el aire, pensando en la carta...imaginando muchas cosas en lugar de leerla. Tomé valor, me paré en una esquina y abrí el sobre, saqué la hoja doblada que este contenía y solo pude leer la realidad. El papel estaba en blanco, pero con un claro mensaje...indudablemente era lo que Jessica sentía por mi, nada.
Nunca mas supe de ella, hasta hace un par de años atrás. Ya no estaba sola, pero seguía paseando su sombra y mis recuerdos. Me acerqué y toqué su hombro para calmar mis ideas con un beso, para amar como máquina, para volver a sufrir como humano. Ella me miró y el silencio dijo: "disculpá, nos conocemos?", yo le dije "no se" y salí corriendo rápido, esperando que en la esquina me asalte la senilidad y me robe los recuerdos. Cerré los ojos y volé, no se que tan alto llegué, ni siquiera se si pude despegar del suelo, pero así fue que me di a la fuga con un beso robado, un beso que nadie reclamaría, un beso por el que nadie pediría recompensa...solo yo.
Es la historia de Jessica, sigo esperando el final, pero al parecer no tiene...entonces nunca puedo empezar a contar mi historia.
Nota: todavía creo, poco...pero lo hago (acción de crear y de creer).